Semana 04.
El nivel de emoción de ambos Jeons estaba por las nubes.
Anoche, durante una nueva videollamada, el ojiazul mayor les enseñó, con una gran sonrisa y pequeñas arruguitas a los costados de sus ojos, su retiro firmado y les confirmó que en cuatro días estaría de regreso.
Sungmin no entendía muy bien la parte del retiro firmado pero si entendió a la perfección que Jimin estaría nuevamente con ellos en pocos días.
Desde entonces el castañito había preguntado unas quince veces si Jimin ya estaba en casa.
Si, Jungkook las contó.
Y el rizado no se encontraba en una mejor situación. Varias veces se dirigió hacia el ventanal del departamento para ver si, por esas casualidades, Jimin regresaba antes.
Algo prácticamente imposible pero no perdía las esperanzas.
Estos días serían solo Jungkook y Sungmin ya que el resto de chicos estarían ocupados en la tienda trabajando en unas reformas que debían hacer. El rizado insistió en ir a ayudar pero se lo negaron objetado que en pocos días Jimin estaría de regreso y debía esperarlo relajado y no preocupado por cosas que ellos podían manejar a la perfección.
El rizado solo esperaba que no le llamaran avisando que hicieron explotar la tienda o algo así.
No exageraba, una vez estuvo a punto de suceder.
Así que, junto a Sungmin, decidieron organizar una pequeña agenda de actividades para estos cuatro días aprovechando que tenía suficiente tiempo libre sin tener que estar ordenando el departamento cada cinco minutos por el desastre que eran capaces de hacer sus amigos.
Para hoy tenían organizado un pequeño picnic en el parque junto a Minnie.
El rizado tenía la emoción de un niño mientras preparaba cada cosa, hoy sería la primera vez que llevaría a Sungmin al parque y eso lo entusiasmaba muchísimo.
El día estaba a su favor ya que la temperatura estaba lo suficientemente alta para que el pequeño llevara unos pantalones cortos y una remera mangas cortas.
Mientras se arreglaban, jugaron un poco con el protector solar comenzando con unas pequeñas manchitas blancas sobre la punta de sus narices y terminando con sus caras completamente blancas por exceso de producto.
Cada uno llevaba casi la mitad del contenido del protector solar en sus caras por lo que una vez que terminaron de reír, el ojiverde se encargó de quitarles el exceso de protector a ambos.
Buscó un pequeño sombrero para Sungmin y uno para él. Buscaron sus mochilas, cada uno llevando cosas importantes en ellas; Jungkook lo necesario para sobrevivir incluso un par de días afuera de casa y Minnie una pequeña selección —hecha por él mismo— de sus juguetes y el frasco de comida para peces que Hoseok le compró. Jungkook solo se limitó a empacar lo que el pequeño pedía sin hacer objeción alguna.
Y finalmente cuando estuvieron listos, con todo preparado y con el entusiasmo por las nubes salieron del departamento con dirección a su primera vez en el parque.
✧✦✧
Los ojitos de Sungmin brillaron como el mismo sol cuando delante de ellos se hizo presente la imagen del gran parque.
El lugar quedaba un tanto retirado de la ciudad por lo que el viaje se hizo largo para el pequeño quien no despegó su mirada de la ventana ni un segundo.
El lugar era grande, tanto que había desde juegos para niños y un sector con mesas hasta una gran laguna donde se veían distintos tipos de plantas, flores y algunos patos nadando en ella.
Jungkook vio a través del espejo retrovisor al pequeño ojiazul que miraba maravillado todo el lugar con ojos y boca abierta, acompañando el gesto con sus dos pequeñas manos sobre sus mejillas.
—¿Estás listo, bebé? —preguntó en tono suave.
Rápidamente el castañito asintió aplaudiendo y removiéndose en su silla.
El ojiverde ayudó al pequeño a salir del auto, ambos acomodaron sus mochilas sobre sus espaldas, ajustaron sus sombreros y con Sungmin aferrado fuertemente a la mano de su papá comenzaron su camino hasta las mesas.
En el trayecto Minnie reía por las cosquillas que le causaba el césped verde por el que caminaban, luego comenzaron a buscar con la mirada a las distintas aves que cantaban por el lugar, el rizado señalándole alguna cuando las encontraba.
La situación le recordó al mayor como en los días que tuvo que pasar alejado de su familia, muchas veces soñó con un momento así y también con la idea de mudarse a una casa rodeada de naturaleza, muy al contrario de su actual departamento.
Quizá en algún día.
Llegaron a las mesas donde distribuyó los distintos alimentos y bebidas que había preparado, hoy su desayuno había sido bastante ligero por el entusiasmo de salir rápido por lo que ambos Jeons estaban verdaderamente hambrientos.
No tardaron mucho en terminar con casi toda la comida que el rizado había llevado. Luego de un rato el castañito comenzó a observar a su alrededor hasta que sus ojos se centraron en el área de juegos.
—A‐Shaa —dijo el pequeño señalando en la misma dirección donde tenía centrada su vista.
—¿Quieres ir a los juegos? —preguntó el rizado recibiendo una afirmación al instante—. Está bien pero antes debemos juntar todo esto.
Mientas Jungkook acomodaba lo que sobró en un solo contenedor, Sungmin comenzó a juntar algunos alimentos que se le habían caído sobre la mesa dejándolos sobre su plato. Terminó su trabajo con un suspiro exhausto, le extendió el plato a su papá cuando ya no quedaba nada sobre la mesa.
—Gracias, bebé. Eso fue muy bueno de tu parte —halagó sonriendo en dirección al castañito sonrojado.
Con todo juntado y los desechos en el contenedor de la basura, ambos se encaminaron hacia el área de juegos para niños más pequeños.
Sungmin se mostró un tanto tímido cuando se encontró a varios niños corriendo por el lugar, por lo que Jungkook sabía, cuando Jimin llevaba a Minnie al sitio de juegos del edificio no se encontraban con otros niños ya que por el momento el pequeño ojiazul era el único ahí.
Sin dudas esto era un mundo nuevo para el castañito.
Al ver que el pequeño no daba el primer paso con dirección a algún juego, Jungkook decidió llevarlo hacia un pequeño tobogán donde con algo de timidez Sungmin empezó a jugar, subiendo con dificultad por los tres pequeños escalones y cayendo por la corta rampa del mismo soltando algunas risas que, de a poco, iban sonando más fuerte.
Unos cuantos minutos después, mientras Sungmin subía nuevamente por las pequeñas escaleras, se acercó un niño que se notaba un poco más grande que el pequeño ojiazul, un año o dos más quizá.
El niño de cabello oscuro y ojos café esperó a Sungmin al final de la rampa mientras el castañito lo miraba desde la cima del tobogán con algo de duda.
Luego de unos segundos Minnie se animó a bajar, quedándose sentado sobre el tobogán mirando desde abajo al niño que le sonreía.
—Hola, soy Daehyuk —saludó con su mano—. ¿Cómo es tu nombre?
Sungmin miró al niño con timidez, tratando de pronunciar su nombre, cosa que había estado practicando junto a su papá y tíos.
Alejó su vista del niño para centrarse en el rizado que estaba atento mirando la situación, rápidamente Jungkook entendió que le estaba pidiendo ayuda por lo que se acercó al castañito, poniéndose a su altura.
—Tú puedes, bebé. Estuvimos practicando, ¿recuerdas? —se acercó a su pequeño oído y susurró—. Sungmin.
El pequeño respiró profundo y miró al niño que estaba aún frente a él, sonriendo.
—Su... S-Sungmin —pronunció con un poco de dificultad y voz temblorosa señalándose y saludando con su otra mano.
—Hola Sungmin, ¿quieres jugar conmigo?
El pequeño ojiazul miró al niño con los ojos bien abiertos y brillantes —gesto que al rizado le recordó demasiado a Jimin— y luego de unos segundos asintió con la cabeza.
Los dos pequeños se turnaban para usar el tobogán, primero fue Daehyuk y después Sungmin.
El castañito se sorprendió y sonrojó cuando Daehyuk lo esperó al final del tobogán y tomó su mano para ayudarlo a bajarse.
Minnie imitó la acción cada vez que era el turno de Dae.
Jungkook se decidió alejarse para no interferir en el juego de los niños pero se mantuvo a pocos metros por si surgía algún inconveniente.
El tiempo pasó y unos minutos después otros tres niños se sumaron al juego. Un par de gemelos con cabellos casi naranja y algunas pequeñas pecas sobre sus mejillas, de la edad de Sungmin y una niña de rizos rubios y ojos celestes similares a los del castañito de una edad más cercana a la de Daehyuk acompañaban a los otros dos niños en su juego.
Minnie había quedado tan encantado con el gesto de Dae al ayudarlo a bajarse del tobogán que, cuando era el turno de los otros niños, él los esperaba con su manito extendida para ayudarlos.
El rizado veía la escena con cariño y sus ojos apenas aguados por la emoción y la sensación cálida en su pecho. Ver al pequeño ojiazul divirtiéndose y riendo con otros niños era, sin dudas, una de las imágenes más lindas que Jungkook presenció.
Al poco tiempo se unieron al ojiverde los padres de los gemelos, ambos de una edad similar al rizado.
Entre conversaciones descubrió que los nombres de los niños eran Solar y Youngmin. Jungkook rio al escuchar el nombre del niño, ya que seguramente su pequeño tuvo una gran confusión al escuchar la similitud con su propio nombre.
También se les unió la abuela de la niña rizada, el nombre de la pequeña era Jinhee y sin dudas era la más revoltosa del grupo. Cada tanto les sacaba fuerte risas a los otros niños.
Mientras Sungmin se veía maravillado con los juegos compartidos con otros niños, Jungkook tenía una pequeña conversación con los adultos, aprovechando en un momento para pedirles permiso de tomar algunas fotos de los niños jugando para enseñárselas a su esposo, petición que fue aceptada de inmediato.
Luego de casi una hora los niños comenzaron a despedirse cuando cada uno debía regresar a su casa.
A paso lento y algo melancólico Sungmin se acercó junto a Daehyuk, el niño más grande hablando sobre lo divertido que fue jugar pero que ya debía irse debido a que su madre lo estaba llamando.
Al llegar junto al rizado, el pequeño ojiazul se aferró a las piernas de Jungkook.
—¿Qué pasó, pequeño?
Sungmin señaló con mirada triste en dirección a Daehyuk.
—Oh, ¿Daehyuk ya se va? —preguntó recibiendo un asentimiento de ambos niños—. Está bien, Minnie. Podemos volver otro día, me contaron que Daehyuk y los otros niños vienen seguido aquí.
—¡Si! Siempre venimos a la misma hora. Podemos jugar otro día —dijo el niño con entusiasmo—. Jinhee, Solar y Youngmin también estarán.
—¿Lo ves, bebé? Volveremos otro día para que puedan seguir jugando. Ahora dile adiós a Daehyuk, su madre está por allá llamándolo —dijo suavemente el rizado.
—Addos Dae —balbució Sungmin saludando con una de sus pequeñas manos.
—Adiós Minnie, nos vemos otro día —respondió emocionado el niño antes de salir corriendo en dirección a su madre.
El pequeño ojiazul permaneció un rato mirando con nostalgia en dirección a donde se habían ido los tres niños y luego de un rato Jungkook habló.
—Hey, pequeño —llamó—. No estés triste, pronto volverán a jugar, ¿si? —alzó al castañito poniéndolo sobre su regazo—. Te divertiste mucho con ellos, ¿no?
Sungmin comenzó a balbucear muchas cosas sobre los juegos y los niños. El rizado agradecía que a estas alturas ya le entendía aunque sea la mitad de lo que el pequeño hablaba.
—Eso suena muy divertido —comentó cuando Minnie terminó su relato—. ¿Estás muy cansado o quieres que vamos a ver la laguna?
A modo de respuesta Sungmin se removió logrando bajarse de su papá, buscó su pequeña mochila y con bastante dificultad se la puso sobre sus hombros.
Una vez concluida su tarea estiró una de sus manos al rizado que lo miraba divertido.
—Noto que te entusiasma la idea —dijo el ojiverde riendo.
✧✦✧
El rizado reía junto a Sungmin de camino al auto mientras ambos trataban de imitar el sonido de los patos que estaban en la laguna.
Había sido una tarea difícil que el pequeño entendiera cuánto de asustadizos eran y que sería algo difícil que se acercaran a él. Por suerte a un costado de la laguna les ofrecían a las personas que se acercaran con un alimento para las aves que le permitió al pequeño ojiazul tenerlos más cerca.
Cuando abrieron la pequeña bolsita y comenzaron a arrojar el alimento, unos cinco o más patos se acercaron casi corriendo.
En ese momento el que realmente se asustó fue Sungmin.
Estuvieron un buen rato repartiéndoles el alimento y al terminar el contenido de la bolsita, todos los patos que se habían acercado se fueron en búsqueda de otras personas que los alimentara.
Se alejaron de la laguna, caminando por el parque y admirando cada rincón del mismo llegando hasta un lugar despejado con césped prolijamente cortado.
Jungkook le contó al pequeño que ese lugar era usado para jugar al fútbol y le aseguró que, cuando Jimin estuviera de regreso, vendrían nuevamente al parque con una pelota para jugar los tres.
Obviamente Sungmin se entusiasmó con la idea.
Pasearon un buen rato más hasta que el sol empezó a esconderse por lo que Jungkook decidió que ya era momento de regresar.
Con ojitos cansados y muchos bostezos, el pequeño ojiazul fue acomodado por su papá sobre la silla para niños en el auto. En el camino no pasó mucho tiempo para que el castañito cayera profundamente dormido con una suave sonrisa sobre sus pequeños labios.
Sin dudas este había sido uno de los mejores días que compartieron hasta el momento ambos Jeons.
Jungkook, mientras conducía, se imaginó regresando al lugar y compartiendo momentos similares pero con Jimin ahí.
Todo iba a ser aún mejor con sus dos pequeños.
✧✦✧
Sungmin y Jungkook marcaron con una cruz el último casillero de su calendario improvisado.
Finalmente los veintiocho días habían pasado.
Veintiocho días de extrañar al ojiazul pero también días donde Jungkook sintió que pudo recuperar algo del tiempo que había perdido con Sungmin.
Realmente sentía algo de vergüenza al confirmar, durante su primer mes en convivencia con el pequeño, que no tenía ni idea de como debía actuar un padre.
No sabía en qué horarios el pequeño tomaba el biberón o si aún lo hacía. No sabía que clase de alimentos podía consumir. No sabía si era correcto llevar al pequeño a lugares como un supermercado.
No sabía que la ropa del castañito se lavaba con media tapa de un jabón en especial o que su ropa de abrigo se encontraba en el tercer y cuarto cajón de su cómoda. No sabía cuales objetos le llamaban más la atención.
Jungkook no tenía ni idea del pequeño Sungmin. Pero eso quedó atrás.
Hace exactamente veintiocho días atrás. El rizado no se dio cuenta en lo fácil que le resultaba todo sobre Sungmin en este momento hasta que, hace un momento, cuando Jimin llamó para avisar que solo faltaban unas horas para tomar su vuelo, fue el rizado quien tradujo los balbuceos de Minnie y no Jimin como era costumbre.
¿Se emocionó cuando el ojiazul lo mencionó? Claramente.
Aún con una gran sonrisa al recordarlo, Jungkook inspeccionaba cada rincón del departamento asegurándose que todo estuviera en perfectas condiciones antes de irse a dormir.
Jimin viajaría durante la madrugada y llegaría al mediodía por lo que no tendría tiempo de dejar todo perfectamente acomodado al día siguiente debido a que tendría que ir a buscar a su ojiazul mayor al aeropuerto.
Luego de unas cinco rondas alrededor del departamento decidió que todo estaba lo suficientemente bien.
—¿Listo para ir a dormir, pequeño? —preguntó al castañito que lo observaba desde el sofá algo adormilado ya que también había ayudado con la limpieza del departamento acomodando sus juguetes en distintas partes del lugar.
—¿Mami? —Sungmin hizo un pequeño puchero y observó la puerta.
—Mami regresa mañana, ¿recuerdas? — Jungkook se sentó al lado de Sungmin estirando su mano para acariciar una de las pequeñas mejillas del castañito—. Lo hablamos con mami hoy, primero debemos dormir y mañana —señaló la ventana donde se apreciaba el cielo oscuro y repleto de estrellas—. Cuando el sol salga iremos por él al aeropuerto, ¿si?
Sungmin asintió suspirando poco convencido mientras se refregaba un ojito con una de sus pequeñas manos.
—¿Qué te parece si duermes conmigo esta noche? —preguntó observando como Minnie levantaba la vista en su dirección—. No le contaremos a nadie, ¿si? —susurró acercando su mano hecha puño al pequeño ojiazul.
Sungmin sonrió chocando su puñito con el de su papá a modo de afirmación.
Unos minutos después ambos se encontraban en la cama del rizado, realmente cansados por el día un tanto agitado que tuvieron pero demasiado entusiasmados por ir a buscar a Jimin mañana.
Jungkook dio un suspiro feliz al ver al pequeño ojiazul totalmente dormido a su lado.
Había estado realmente aterrado cuando llamaron a Jimin avisándole que debía irse por cuatro semanas. En ese momento se imaginó cientos de escenarios desastrosos. Incluso realmente creía que podía perder al pequeño dentro del departamento.
Jimin siempre dijo que el rizado era un tanto dramático y estas cuatro semanas Jungkook descubrió que el castaño no mentía.
Solo fue cuestión de pequeños errores como no saber de que modo calmar el llanto de Sungmin el primer día, unas pocas comidas desastrosas, unos pequeños problemas al lavar la ropa —aunque no del todo malos, el color rosa sobre unas remeras de él y Sungmin quedaba realmente bien y ambos las usaban felices— y algunas cuantas cosas más que no eran tan terribles como se imaginó.
Sin dudas Jungkook estaba siendo demasiado dramático.
Con una sonrisa y ojos cansados, el rizado abrazó aún más al pequeño ojiazul permitiendo que de a poco el sueño hiciera su trabajo, teniendo como último pensamiento antes de dormir que, desde mañana, serían dos pequeños castaños a los que abrazaría al dormir.
Las cuatro semanas finalmente habían pasado.
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